El sexo, es el mayor acto de amor que puede existir entre dos personas, socialmente correcto se le conoce también con las palabras “hacer el amor” mientras que religiosamente hablando se espera que este acto surja únicamente con la finalidad de procrear. Por eso ante las leyes que el hombre; para medir lo que es aceptable para la sociedad, las personas que practican el sexo con objetivos únicamente placenteros son tachados como depravados, sexosos, en resumen personas que no aceptadas totalmente por esta sociedad tan cerrada.
Shame es una película que es la antítesis de lo que socialmente es correcto en cuanto al sexo, esta es una historia que nos relata la rutina de vida de Brandon, un hombre treintañero atractivo, con fortuna con las mujeres, con un muy buen y estable trabajo, con un departamento muy bonito, en teoría uno pensaría que su vida es fantástica. Sin embargo el director Steve McQueen utiliza el bisturí para entrar en las más oscuras y secretas entrañas de la vida de nuestro personaje principal y entonces nos presenta a un hombre solitario, cuya vida gira en torno a sus satisfacciones sexuales, buscando mujeres con las cuales acostarse, masturbándose a cualquier hora del día, viendo pornografía en revistas y películas, estamos ante un adicto sexual, una persona rechazada por la sociedad correcta.
El director nos sumerge en una atmósfera en la que el espectador se siente incomodo, sugiere con cada toma, desde el plano inicial nos damos cuenta que estamos ante algo diferente, ambientada en New York, aquí no existe esa ciudad bella y de sueños que nos presenta un cineasta como Woody Allen, no, aquí el bisturí también se emplea para ver a una ciudad más como la de Taxi Driver de Martin Scorsese, es un Manhattan más oscuro, más terrorífico, más negativo, las avenidas y edificios parecen estar situados más en un infierno que otra cosa, y por si fuera poco lugares tan comunes como el baño, la cama, el metro, son utilizadas tan sugerentemente que nos evocan horror e incluso tristeza.
Pero el trabajo tras las cámaras de McQueen no se queda únicamente en la creación de la atmosfera sino que además se mete de lleno en el personaje para darnos toda una tesis sobre él, tan solo le bastan los primeros 10 minutos para retratarlo a la perfección para luego adentrarnos todavía más en sus miedos, en sus sentimientos, en sus tristezas, un verdadero trabajo psicológico que no podría ser si no fuera por otro gran personaje como es el de su hermana Sissy, otra personalidad diferente, perdida en un mundo correcto y cuyos mayores sueños la llevan a subirse a un escenario. Dos personajes excelentemente dibujados en todos los niveles que despiertan en el espectador sentimientos de todo tipo, odio, tristeza, y ¿por qué no? Empatía.
Ahora vamos a darle un párrafo a los intérpretes de estos dos personajes tan singulares, primero Carey Mulligan cuya mirada y rostro de inmediato se adueña de la pantalla, con un manejo de matices brillante, hace suyo un personaje sumamente complejo, pero no tan complicado como el de Brandon que es magistralmente interpretado por el señor Michael Fassbender en una interpretación poderosa en todos los sentidos, ya sea en las escenas de sexo, en las de silencios prolongados o en donde estalla su personalidad, el siempre esta excelente. Parece que fue un personaje para el que nació.
Aunque pareciera que McQueen no utiliza muchos artificios para su trabajo de dirección estamos equivocados, si bien hay mucha cotidianeidad en la historia que está contando lo hace mediante planos fijos y silencios que transmiten más que mil palabras, y por si fuera poco posee una elegancia para mover la cámara maravillosa, los planos secuencia son sobresalientes como aquel que sigue a Brandon mientras va corriendo por la oscura New York. Para su gran climax el director se compara con un genio de los climax como lo es Darren Aronofsky, por momentos uno recuerda a Réquiem por un sueño por lo crudas y fuertes de algunas escenas que son acompañadas de una magistral partitura lynchiniana y un montaje exacto, preciso, no se necesita más.
Estamos presenciando una película muy arriesgada y muy valiente, con uno de los temas menos tocados por una sociedad tan moralista, y aquí nos lo muestran como esta sociedad lo ve, como algo satanizado y vergonzoso, como si se tratara de un crimen, donde Brandon es el delincuente, no utiliza una pistola o un cuchillo, pero la sociedad lo rechaza, le tiene miedo a este tipo de personas. El sexo es tratado como una droga también, no se trata de un alcohólico o un drogadicto, se trata de una droga más penetrante al alma, algo que pasa de lo natural a lo demencial, que igualmente te transforma y te destruye. Entonces ¿Qué es el sexo? ¿Amor, placer, crimen o droga? Al final cada espectador tiene su respuesta, cada uno lo siente y lo vive de una manera diferente, aquí no hay respuesta pero si un retrato muy poderoso y tremendo de una de las caras de este acto que tiene la misma antigüedad que el ser humano.
Shame es una joya cinematográfica que nos ha dado el cine en los últimos años, valiente, dura de ver, realista, poderosa, incorrecta, humana, todos esos adjetivos posee esta película que no es apta para todo el público pero que es necesaria de ver, es duro aceptar que hay este tipo de situaciones pero es una realidad que toca a muchas personas. Señoras y señores, cine de verdad, cine en su máximo esplendor, cine que te toca, te pervierte, te sacude y te conmueve.
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